Sobre el materialismo dialéctico

Si quieres militar como militante crítico en un movimiento que aspire a mejorar el mundo, y no como un borreguito en manos de los dirigentes de turno, necesitas comprenderlo

Los camaradas Marx, Engels, Lenin y Stalin, figurando en una ilustración de la antigua URSS. Ellos son los padres intelectuales de nuestra doctrina científica: El marxismo leninista.

Es casi un tópico de cualquier manual soviético de marxismo-leninismo, escrito por algún señor cuyo apellido impronunciable casi siempre acaba en “-ov” o en “-ev”, decir que, al contrario que para la burguesía, para el proletariado son necesarios los conocimientos más profundos para avanzar en la transformación de la sociedad. Como nosotros no somos soviéticos ni alemanes orientales, sino andaluces, y, generalmente, nuestros nombres acaban en “-ez”, tenemos que explicarnos un poco. Para cambiar algo, para trabajar sobre lo que sea, son necesarios unos mínimos conocimientos. A nadie se le ocurriría meterle mano a las cañerías o al cableado de su casa sin tener ni idea alguna de fontanería o de electricidad. Por ende, ¿cómo se te va a pasar por la cabeza transformar la realidad social sin saber ni por asomo de en qué consiste? Lógicamente, si quieres militar como militante crítico en cualquier movimiento que aspire a mejorar el mundo, y no como un simple borreguito en manos de los dirigentes de turno, necesitas comprenderlo. Por eso si te planteas realmente afrontar tan noble tarea, debes estudiar y asumir una nueva y revolucionaria concepción del mundo, el marxismo-leninismo, empezando por un estudio metódico y profundo de su filosofía: el materialismo dialéctico. En palabras de Karl Marx, “así como la filosofía encuentra en la filosofía su arma material, el proletariado encuentra en la filosofía su arma espiritual[1]”. Esto significa asumir una nueva forma de pensar, sustituir la ramplona lógica formal por la lógica dialéctica, a través de largo de un largo proceso de sedimentación de conocimientos que se da por medio de un esfuerzo diario de muchos años.

En un momento dado de la Historia de la Humanidad, con el agotamiento del feudalismo y el desarrollo del capitalismo, el increíble incremento de las fuerzas productivas sirvió de base sobre la que se dio un gran florecimiento cultural que permitió el progreso de las ciencias naturales en el que se basó el materialismo moderno y, por otra parte y gracias al desarrollo del conocimiento de las leyes del pensamiento, la aparición de la dialéctica de Hegel.

Marx y Engels realizaron una síntesis intelectual de ambas corrientes filosóficas consiguiendo su superación con el materialismo dialéctico.

El desarrollo y progreso de la Ciencia durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI no hace sino confirmar las tesis filosóficas de nuestros clásicos y su absoluta utilidad práctica.

Históricamente, tanto la burguesía como sus agentes en el seno del movimiento obrero, oportunistas y revisionistas de todas las calañas, siempre han atacado e intentado desprestigiar el materialismo dialéctico. Así, cuando alguien intenta desvirtuar el contenido revolucionario y de clase del marxismo siempre empieza o termina por deformar al materialismo dialéctico ya que es este la base de la concepción del mundo proletaria. A este respecto, Lenin mantenía: “toda una serie de escritores que pretenden ser marxistas han emprendido en nuestro país, en el año en curso, una verdadera campaña contra la filosofía del marxismo... Todos estos individuos no pueden ignorar que Marx y Engels, decenas de veces, dieron a sus concepciones filosóficas el nombre de materialismo dialéctico”[2]. “En la falsificación del marxismo en forma oportunista, reemplazar la dialéctica por el eclecticismo es el modo más fácil de engañar a la gente. Le da una aparente satisfacción, parece tener en cuenta todos los aspectos del proceso, todas las tendencias de desarrollo, todas las influencias contradictorias, etcétera, cuando en realidad no proporciona ninguna concepción integral y revolucionaria del proceso de desarrollo social”[3]. Autores tremendamente populares hoy por hoy en el campo de la izquierda se basan en ese eclecticismo y extienden una visión deforme e inconsecuente del marxismo con peregrinas conclusiones teóricas y dudosas aplicaciones prácticas. Y es que sin comprender profundamente el materialismo dialéctico, sin “revolucionar” tu concepción del mundo es imposible que puedas comprender cabalmente el marxismo-leninismo y asimilarlo, y terminarás, de una u otra forma, o bien en el revisionismo o bien en el dogmatismo, que no son sino la consecuencia lógica de una visión unilateral de la teoría revolucionaria.


I.-El materialismo

A comienzos del siglo XIX, como resultado de la descomposición de la escuela filosófica de Hegel, se desarrolló la escuela de los jóvenes hegelianos, que, frente al hegelianismo “oficial”, opinaban que el Estado y la sociedad prusianos de la época no eran la culminación de la Historia, y que la sociedad prusiana del momento estaba lejos de la perfección puesto que contenía bolsas de pobreza, censura gubernamental, y discriminación religiosa. En esa época, Karl Marx se adhirió a las posiciones de Ludwig Feuerbach que había roto con Hegel desde posiciones materialistas, si bien en forma inconsecuente y unilateral.

Según Engels, “Feuerbach era el único que tenía importancia como filósofo. Pero la filosofía, esa supuesta ciencia de las ciencias que parece flotar sobre todas las demás ciencias específicas y las resume y sintetiza, no sólo siguió siendo para él un límite infranqueable, algo sagrado e intangible, sino que, además, como filósofo, Feuerbach se quedó a mitad de camino, abajo era materialista y por arriba idealista: no venció críticamente a Hegel, sino que se limitó a echarlo a un lado como inservible, mientras que, él mismo, frente a la riqueza enciclopédica del sistema hegeliano, no supo aportar nada positivo, más que una ampulosa religión del amor y una moral pobre e impotente”[4].

El materialismo no es más que concebir el mundo (tanto la naturaleza como la sociedad humana) tal como es, dejando de lado cualquier prejuicio idealista que pueda nublarla. El materialismo no admite la existencia de fuerzas sobrenaturales ni de Demiurgo alguno y, al hacer esto, emancipa a la humanidad de las supersticiones y de una milenaria dependencia espiritual, liberándola y haciéndola superar ese estadio de eterno infantilismo al que la somete el pensamiento mágico. Una persona que asume el materialismo se “empodera” y se eleva sobre la gran masa de eunucos mentales fabricados a escala industrial por la propaganda ideológica del misticismo y la religión. El desarrollo de los conocimientos científicos avala, como no podía ser de otra forma, esta especulación filosófica al punto ya existen teorías que niegan, incluso, que el Universo tenga un momento inicial como las basadas en la cosmología de Branas, por ejemplo. Evidentemente nuestros conocimientos científicos son del todo insuficientes para explicar esto o, siquiera, para valorar la corrección o no de estas teorías y, desde luego, rebasa en mucho el propósito de esta obra. Pero queremos apuntar que la Ciencia no sólo rechaza de facto la existencia de un Creador sino que ya llega a un punto en que empieza a negar la Creación del Cosmos en si misma y, con ello, no hace más que corroborar el acierto del materialismo filosófico.

La demostración de que no existe Dios alguno ni ningún tipo de “creador” se da en la evolución material, cultural y científica del ser humano. Así vemos como, paso a paso, va arrinconándose el pensamiento mágico y la superstición religiosa y llegamos a la conclusión de que, al fin y a la postre, su único destino es la desaparición. Tal vez te pueda extrañar que este no haya sido aún liquidado por la Historia, pero debes ser consciente de que los intereses de las clases opresoras mantienen y defienden toda clase de supersticiones y mistificaciones de la realidad (desde la religión a los horóscopos pasando por los OVNIS nazis o antepasados extraterrestres para la Humanidad).


Materialismo contra idealismo

El problema esencial de la Filosofía es el de la relación del ser y el pensar, entra la naturaleza y el espíritu, entre la materia y la idea. ¿Que surgió antes? Los filósofos se dividen en dos grandes campos en función de la respuesta que se le da a esta pregunta:

- Para el idealismo, el espíritu surge antes que la materia y, en coherencia con ello, plantean que, de una u otra forma, la idea (el espíritu) es quien ha creado la materia. Vemos, por tanto, que tras el idealismo se esconde, de una forma u otra la religión, el concepto de Dios.

- Para el materialismo la naturaleza, la materia, es anterior a la idea, la cual es consecuencia de esta. Es, en consecuencia, enemigo de cualquier religión o superstición, de cualquier mistificación de la realidad.

Los opresores siempre utilizaron esta capacidad de distorsión de la realidad de la religión para ocultar y justificar su explotación. Es por ello que, aquellos que luchan por su liberación política o social deben luchar al mismo tiempo por emancipar sus mentes de la castración mental a la que son sometidas por el pensamiento mágico. Por ejemplo, para Marx, “en el siglo XVIII , sobre todo en Francia, no había sido solamente una lucha contra las instituciones políticas existentes y, al mismo tiempo, contra la religión y la teología, sino también... contra toda metafísica” (en el sentido de “especulación ebria”, a diferencia de la “filosofía sobria”)[5].

Marx decía que “la unidad verdadera del mundo está en su materialidad, y esta última se prueba, no por algunas frases de charlatán y por algunos manejos de prestidigitador, sino por una larga y laboriosa evolución de la filosofía y de las ciencias de la naturaleza”.
Todo lo que existe en el Universo tiene una cosa en común: es algo material. Pero ¿qué es la materia? En realidad cuando decimos “materia” estamos utilizando un concepto abstracto, que resume una inmensa variedad de cosas. “La materia es una categoría filosófica para designar la realidad objetiva, dada al hombre en sus sensaciones, calcada, fotografiada y reflejada por nuestras sensaciones y existente independientemente de ellas”[6].

“El movimiento es el modo de existencia, la manera de ser de la materia. Nunca, ni en parte alguna, ha habido ni puede haber materia sin movimiento. (…) La materia sin movimiento es tan impensable como el movimiento sin materia”.

“Si se considera de más cerca qué son el pensamiento y la conciencia y de dónde provienen, se halla que son el producto del cerebro humano y que el hombre mismo es un producto de la naturaleza, que se ha desarrollado en y con el medio ambiente; lo cual permite comprender cómo los productos del cerebro humano que, en último análisis, son igualmente productos de la naturaleza, no están en contradicción con el orden de la naturaleza y coinciden con el mismo”.

Al fin y al cabo, el pensamiento no es sino el resultado de algo material, del cerebro, y más concretamente, es el reflejo, más o menos deformado, en ese mismo cerebro de la realidad exterior.

Stalin explicaba del materialismo que “parte del principio de que el mundo y las leyes por que se rige son perfectamente cognoscibles, de que nuestros conocimientos acerca de las leyes de la naturaleza, comprobados por la experiencia, por la práctica, son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, de que en el mundo no hay cosas incognoscibles, sino simplemente aún no conocidas, pero que la ciencia y la experiencia se encargarían de revelar y de dar a conocer”[7].

El materialismo anterior a Marx era, pese a todo, unilateral, mecanicista y, por tanto, anticientífico. Para este materialismo primitivo el movimiento se reducía al movimiento mecánico, dando la espalda a todos los avances científicos del siglo XIX. En consecuencia, este viejo materialismo no tenía un carácter dialéctico, no concebía la realidad como procesos en desarrollo relacionados con todo lo que les rodea, sino como compartimentos estanco, como objetos fijos y acabados. De ahí que, para él, existiera una especie de “esencia humana” que no era producto de las relaciones sociales determinadas de un momento histórico, sino que era inmutable e igual para todos y en todos los tiempos. Por eso, el materialismo pre-marxista se limitaba a interpretar el mundo, no a transformarlo: porque no entendía la importancia de la acción práctica. En palabras de Marx, “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.[8]"

Hemos dicho que las ideas son producto y reflejo, más o menos deformado, de la materia. Pero eso no significa que las ideas no influyan el desarrollo de la sociedad humana. “Las nuevas ideas y teorías sociales surgen precisamente porque son necesarias para la sociedad, porque sin su labor organizadora, movilizadora y transformadora es imposible llevar a cabo las tareas que plantea el desarrollo de la vida material de la sociedad y que están ya en sazón de ser cumplidas. Y como surgen sobre la base de las nuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, las nuevas ideas y teorías sociales se abren paso, se convierten en patrimonio de las masas populares, movilizan y organizan a éstas contra las fuerzas sociales caducas que frenan el desarrollo de la vida material de la sociedad[9]”.

La síntesis superadora del materialismo pre-marxista y la dialéctica hegeliana permitió a ambos corregir sus errores y colocarse de lleno en el campo de la Ciencia, dando fin al desencuentro entre Filosofía y Ciencia que durante casi dos mil años, aproximadamente desde Aristóteles, se había dado. De ahí que para el marxismo-leninismo, el materialismo dialéctico sea la base de nuestra concepción del mundo, una concepción científica del mismo.


II.-La dialéctica

Para Lenin la dialéctica es “la doctrina del desarrollo en su forma más completa, profunda y libre de unilateralidad, la doctrina acerca de lo relativo del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo”[10]

Según exponía Stalin, “la palabra dialéctica viene del griego 'dialego', que quiere decir diálogo o polémica. Los antiguos entendían por dialéctica el arte de descubrir la verdad poniendo de manifiesto las contradicciones implícitas en la argumentación del adversario y superando estas contradicciones. (…) Este método dialéctico de pensar, que más tarde se hizo extensivo a los fenómenos naturales, se convirtió en el método dialéctico de conocimiento de la naturaleza, consistente en considerar los fenómenos naturales en perpetuo movimiento y cambio, y el desarrollo de la naturaleza como el resultado de las contradicciones existentes en ésta, como el resultado de la acción recíproca de las fuerzas contradictorias en el seno de la naturaleza”[11].

Al dar el salto al materialismo, Marx y Engels, al contrario de Feuerbach, no dieron de lado a todos los aportes del genio de Hegel, sino que fueron capaces de apreciar el tremendo potencial revolucionario del método dialéctico.

“Pero, bajo la forma hegeliana, este método era inservible”, según Engels.

“Como vemos en Hegel, el desarrollo dialéctico que se revela en la naturaleza y en la historia, es decir, la concatenación causal del progreso que va de lo inferior a lo superior, y que se impone a través de todos los zigzags y retrocesos momentáneos, no es más que un cliché del automovimiento del concepto; automovimiento que existe y se desarrolla desde toda una eternidad, no se sabe dónde, pero desde luego con independencia de todo cerebro humano pensante. Esta inversión ideológica era la que había que eliminar. Nosotros retornamos a las posiciones materialistas y volvimos a ver en los conceptos de nuestro cerebro las imágenes de los objetos reales, en vez de considerar a éstos como imágenes de tal o cual fase del concepto absoluto. Con esto, la dialéctica quedaba reducida a la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto el del mundo exterior como el del pensamiento humano: dos series de leyes idénticas en cuanto a la esencia, pero distintas en cuanto a la expresión, en el sentido de que el cerebro humano puede aplicarlas conscientemente, mientras que en la naturaleza, y hasta hoy también, en gran parte, en la historia humana, estas leyes se abren paso de un modo inconsciente, bajo la forma de una necesidad exterior, en medio de una serie infinita de aparentes casualidades. Pero, con esto, la propia dialéctica del concepto se convertía simplemente en el reflejo consciente del movimiento dialéctico del mundo real, lo que equivalía a poner la dialéctica hegeliana cabeza abajo; o mejor dicho, a invertir la dialéctica, que estaba cabeza abajo, poniéndola de pie”[12].

La dialéctica entiende la realidad “como un todo articulado y único, en el que los objetos y los fenómenos se hallan orgánicamente vinculados unos a otros, dependen unos de otros y se condicionan los unos a los otros”[13].

En cierta forma, concebir los procesos en su desarrollo y circunstancias sabiendo que no hay verdades eternas ni inmutables y que las conclusiones a las que lleguemos no dejan de ser limitadas y condicionados es algo comúnmente aceptado, pero no hasta sus últimas consecuencias.

El método opuesto a la dialéctica es la metafísica y es la base de la concepción burguesa del mundo. Mao la define de la siguiente manera: “La concepción metafísica del mundo, o concepción del mundo del evolucionismo vulgar, ve las cosas como aisladas, estáticas y unilaterales. Considera todas las cosas del Universo, sus formas y sus especies, como eternamente aisladas unas de otras y eternamente inmutables. Si reconoce los cambios, los considera sólo como aumento o disminución cuantitativos o corno simple desplazamiento. Además, para ella, la causa de tal aumento, disminución o desplazamiento no está dentro de las cosas mismas, sino fuera de ellas, es decir, en el impulso de fuerzas externas. Los metafísicos sostienen que las diversas clases de cosas del mundo y sus características han permanecido iguales desde que comenzaron a existir, y que cualquier cambio posterior no ha sido más que un aumento o disminución cuantitativos. Consideran que las cosas de una determinada especie sólo pueden dar origen a cosas de la misma especie, y así indefinidamente, y jamás pueden transformarse en cosas de una especie distinta. Según ellos, la explotación capitalista, la competencia capitalista, la ideología individualista de la sociedad capitalista, etc., pueden ser halladas igualmente en la sociedad esclavista de la antigüedad, y aun en la sociedad primitiva, y existirán sin cambio para siempre. En cuanto al desarrollo social, lo atribuyen a factores exteriores a la sociedad, tales como el medio geográfico y el clima. De manera simplista, tratan de encontrar las causas del desarrollo de las cosas fuera de ellas mismas, y rechazan la tesis de la dialéctica materialista según la cual el desarrollo de las cosas se debe a sus contradicciones internas. En consecuencia, no pueden explicar ni la diversidad cualitativa de las cosas, ni el fenómeno de la transformación de una calidad en otra. En Europa, este modo de pensar se manifestó como materialismo mecanicista en los siglos XVII y XVIII y como evolucionismo vulgar a fines del siglo XIX y comienzos del XX”[14].

“El viejo método de investigación y de pensamiento que Hegel llama 'metafísico' método que se ocupaba preferentemente de la investigación de los objetos como algo hecho y fijo, y cuyos residuos embrollan todavía con bastante fuerza las cabezas, tenía en su tiempo una gran razón histórica de ser”[15].

Dijimos más arriba que el pensamiento filosófico parte, en todo momento, de los conocimientos que permite la práctica humana. Pues bien, es por tanto del todo coherente con esta proposición que, en una época en que la Ciencia estudiaba las cosas como fijas e inmutables, la Filosofía hiciese otro tanto. Una vez que las investigaciones científicas avanzaron y comenzaron a entender estas como procesos inacabados y en continuo cambio, la vieja metafísica entró en crisis. Los descubrimientos de la célula, de la ley de la conservación de la energía, la teoría de la evolución de las especies, la teoría de la relatividad, la mecánica cuántica o la hipótesis del Universo oscilante demuestran que “la naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica, y las modernas ciencias naturales nos brindan para esta prueba un acervo de datos extraordinariamente copiosos y enriquecidos con cada día que pasa, demostrando con ello que la naturaleza se mueve, en última instancia, por los cauces dialécticos y no por los carriles metafísicos, que no se mueve en la eterna monotonía de un ciclo constantemente repetido, sino que recorre una verdadera historia”[16].

Y si aún sobrevive la concepción metafísica es gracias al apoyo de los propagandistas y voceros de la burguesía, que recurren a mil y una artimañas para ello, y al desconocimiento científico y filosófico de las grandes masas del pueblo trabajador que va cada vez más limitado su acceso a la enseñanza y se encuentra cada vez más embrutecido por los medios de alienación de masas.

El avance de los conocimientos científicos durante todos los siglos XIX, XX y lo que llevamos del XXI nos abren la posibilidad de mantener firmemente una visión científica del Universo.

De ahí que Lenin mantuviera que “el materialismo dialéctico 'no necesita de ninguna filosofía entronizada sobre las demás ciencias'. Lo único que queda en pie de la filosofía anterior es 'la teoría del pensamiento y sus leyes, la lógica formal y la dialéctica”[17].

Para nosotros, los marxistas, la dialéctica es el método filosófico que mejor explica todo ese desarrollo ininterrumpido de Universo en toda su elegante y compleja riqueza. Para Lenin, la dialéctica “es un desarrollo que parece repetir las etapas ya recorridas, pero de otro modo, en un terreno superior (la “negación de la negación”); un desarrollo que no discurre en línea recta, sino en espiral, por decirlo así; un desarrollo a saltos, a través de catástrofes y de revoluciones, que son otras tantas “interrupciones del proceso gradual”, otras transformaciones de la cantidad en calidad; impulsos internos del desarrollo originados por la contradicción, por el choque de las diversas fuerzas y tendencias que actúan sobre un determinado cuerpo o en los límites de un fenómeno concreto, o en el seno de una sociedad dada; interdependencia e íntima e inseparable concatenación de todos los aspectos de cada fenómeno (con la particularidad de que la historia pone constantemente de manifiesto aspectos nuevos), concatenación que ofrece un proceso único y lógico universal del movimiento: tales son algunos rasgos de la dialéctica, doctrina del desarrollo mucho más rica de contenido que la teoría corriente”[18].

Si vas un día al rebalaje de la playas de Málaga y observas la Bahía, verás que la mar no es algo estático, sino que está en continuo movimiento. Además de las olas, también hay resacas y todo tipo de corrientes. Algo así es la realidad para los marxistas.


  • Primera ley de la dialéctica: la ley del cambio universal y del desarrollo incesante

La primera ley de la dialéctica podría resumirse, de una forma extremadamente basta, en el “todo fluye” de Heráclito.

Para la dialéctica, “el mundo no puede concebirse como un conjunto de objetos terminados, sino como un conjunto de procesos, en el que las cosas que parecen estables, al igual que sus reflejos mentales en nuestras cabezas, los conceptos, pasan por una serie ininterrumpida de cambios, por un proceso de génesis y caducidad, a través de los cuales, pese a todo su aparente carácter fortuito y a todos los retrocesos momentáneos, se acaba imponiendo siempre una trayectoria progresiva”[19].

Si quieres estudiar algo debes estudiarlo en sus circunstancias, en su movimiento, en su cambio. A este respecto, Politzer daba el socorrido ejemplo de la manzana para explicar, muy pedagógicamente, el concepto de cambio dialéctico:

“Si queremos estudiar la manzana situándonos desde el punto de vista dialéctico, nos situaremos desde el punto de vista del movimiento; no del movimiento de la manzana cuando rueda y se desplaza, sino del movimiento de su evolución. Entonces comprobaremos que la manzana madura no siempre ha sido como es. Antes era una manzana verde. Previamente a su condición de flor era un botón; y así nos remontaremos hasta el estado del manzano en la época primaveral. Por lo tanto, la manzana no ha sido siempre una manzana, tiene una historia; y del mismo modo, no seguirá siendo lo que es. Si cae se pudrirá, se descompondrá, liberará sus semillas que, si todo va bien, darán un retoño y después un árbol. Por consiguiente, la manzana no ha sido siempre lo que es y tampoco seguirá siendo lo que es".

He aquí lo que se llama estudiar las cosas desde el punto de vista del movimiento. Es el estudio desde el punto de vista del pasado y del porvenir. Estudiando de este modo, sólo se ve la manzana como transición entre lo que era, el pasado, y lo que será, el porvenir”[20].

“Esta filosofía dialéctica acaba con todas las ideas de una verdad absoluta y definitiva y de un estado absoluto de la humanidad, congruente con aquella. Ante esta filosofía, no existe nada definitivo, absoluto, consagrado; en todo pone de relieve lo que tiene de perecedero, y no deja en pie más que el proceso ininterrumpido del devenir y del perecer, un ascenso sin fin de lo inferior a lo superior, cuyo mero reflejo en el cerebro pensante es esta misma filosofía”[21].

No debes pensar, por tanto, que hay nada sagrado, eterno, inmutable, ni siquiera nuestra concepción del mundo. De tal manera que aquel que no se “revoluciona” termina por volver al redil del sistema, por ser “recuperado” como dirían los anarquistas. Y, al igual que la Ciencia progresa, nuestra concepción del mundo marxista-leninista también debe hacerlo, debe cambiar so pena de convertirse en una herramienta de transformación inútil. Eso sí, decimos “cambio”, no “travestismo”. El marxismo-leninismo debe avanzar, incorporar nuevos conocimientos, progresar, pero siendo fiel a sus principios y a su objetivo revolucionario. Que el viejo truco oportunista de excusarse en que emprender “nuevos rumbos” para prostituir al marxismo ya nos lo conocemos: es lo que decían Carrillo, Jruschev o Bernstein.

Engels, en su Dialéctica de la Naturaleza, definía el movimiento como algo universal: “el movimiento, en el sentido más general de la palabra, concebido como una modalidad o un atributo de la materia, abarca todos y cada uno de los cambios y procesos que se operan en el Universo, desde el simple desplazamiento de lugar hasta el pensamiento”.

La prueba del algodón para no caer en una visión esquemática y unilateral es no olvidar nunca la máxima leniniana de que “en lo que constituye la esencia misma, el alma viva del marxismo: el análisis concreto de la situación concreta”[22].

Ante cada proceso debes indagar seriamente en él, investigar cómo se desarrollan las contradicciones concretamente en ese proceso concreto, si se nos permite la redundancia. Porque cada proceso es particular y único y, aunque en van a actuar las leyes universales de la materia, las leyes del materialismo dialéctico, esta actuación se va a dar siempre en una forma única y concreta que sólo por medio de la investigación y de la práctica podremos conocer realmente.


  • Segunda ley de la dialéctica: la ley de acción recíproca y de la conexión universal
Podríamos resumir esta segunda ley de la dialéctica en base al famoso ejemplo que se utiliza para explicar la teoría del caos según el cual "el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York". Este encadenamiento de procesos se da en todos los aspectos de la vida. Un pequeño cambio puede generar grandes resultados.

No existen procesos aislados, puros, sino que unos interactúan con otros. Si recuerdas la expresión popular “los árboles no nos dejan ver el bosque” podrás entender mejor esta idea. Muchas veces nos fijamos en cuestiones puntuales y olvidamos que forman parte de un todo pero es que, además, este todo condiciona también a la parte. No crece igual un árbol en un bosque que aislado. Cambian los nutrientes, es distinto su acceso a la luz, no son las mismas especies las que pueden dañar o beneficiar a la planta: hasta ese punto es importante comprender los procesos no como algo aislado, sino encadenado y en continuo movimiento.

Para el pensamiento metafísico, esto no es así. Por eso en cualquier discusión busca siempre el anécdota, el hecho puntual, aislándolo de su contexto y sin verlo en interrelación con otros procesos. Hablando del pacto germano-soviético de 1939, por ejemplo, dirán que “Stalin pactó con los nazis” sin tener en cuenta que, si bien es cierto que lo hizo, no es menos cierto que fue tras dos largos años de intentos infructuosos de forjar una alianza antifascista a nivel internacional, que fue una manera de evitar la guerra en dos frentes que la firma del Eje Anti-Komintern parecía poner “a huevo”, que se firmó como resultado de la actitud de colaboración evidente de Francia y el Reino Unido con el franquismo frente al gobierno del Frente Popular durante la Guerra Civil en el Estado Español entre 1936-1939, que la Unión Soviética entendía el pacto como una tregua durante la que prepararse para una guerra que daba por hecha, que ese pacto rompía los planes del imperialismo británico de enviar al nazi-fascismo “hacia el Este” para, una vez agotada la Wehrmacht entrar en la guerra como vencedores.

Porque la metafísica puede ser, y es, una de las formas de pensamiento más falsas y embusteras que pueda haber.

Aislando la realidad de su contexto es como los medios de alienación de masas condenan a Cuba, a Siria o, incluso a Marinaleda. Por ejemplo, cuando la ultraderecha mediática afirma que Marinaleda recibe subvenciones no está dando un dato falso, pero si lo ponemos en su contexto, si somos conscientes de que la realidad se compone de una serie de procesos encadenados, veremos que, si bien es cierto que recibe subvenciones, recibe exactamente las que tiene derecho por su tamaño y necesidades y que todos los ayuntamiento del Estado español están subvencionados. En ocasiones más que Marinaleda.


  • Tercera ley de la dialéctica: el cambio cualitativo
La tercera ley de la dialéctica es que la acumulación de saltos cuantitativos da lugar a saltos cualitativos.

El ejemplo más típico de esta ley es el del cazo de agua. Si pones un cazo con agua a calentar verás cómo poco a poco se calienta, va subiendo de temperatura (cambios cuantitativos) hasta que, en un momento dado, llega a los 100ºC y comienza a hervir. En ese momento, da un salto cualitativo pasando del estado líquido (agua) al estado gaseoso (vapor).

Vemos pues, que la acumulación de pequeños cambios, a veces imperceptibles, da lugar a saltos de carácter radical.

El pensamiento metafísico niega el cambio o, al menos, lo restringe al mero movimiento mecánico. Cuando asume que algo ha cambiado da por hecho que todo sigue, en esencia, igual. Para él, el Universo es una especie de péndulo gigantesco que cuando se mueve es para volver a su lugar de origen.

Si observas la historia natural verás que la historia del Universo va pasando desde las formas más simples a las más complejas por medio de una acumulación de saltos cuantitativos que dan lugar a cambios de calidad, a saltos cualitativos.

Como todos sabemos, las estrellas se forman en base a la compresión y recalentamiento de nubes de gas que da lugar a reacciones nucleares. Durante todo el ciclo de vida de una estrella, van dándose lugar esos procesos termonucleares hasta que, en un momento dado, cuando ha gastado todas las posibles fuentes de energía nuclear, se convierte en una enana blanca. Dependiendo del tamaño de la estrella puede terminar explotando como nova o supernova, devolviendo al medio interestelar, elementos más pesados que el hidrógeno que ha sintetizado en su interior. Así, las generaciones futuras de estrellas que se formen en base a estos elementos comenzarán su vida con una variedad mayor de elementos pesados que las anteriores. Como vemos, este es un buen ejemplo de como el Universo va pasando de lo inferior a lo superior, a través de saltos cuantitativos pasando de formas más simples de materia a formas cada vez más complejas.

Otro buen ejemplo puede ser la evolución de las especies que la Ciencia concibe como una progresión hacia la complejidad basada en el ADN y la selección natural en la que las formas de vida evolucionan, no son estáticas, y unas especies se originan y otras se extinguen.

En este proceso de evolución, los grandes cambios evolutivos implican muchos pequeños cambios ya que genotípicamente los cambios son continuos con cada generación y la acumulación de estos cambios (saltos cuantitativos) son lo que, a su vez, terminan generando cambios en los fenotipos (salto cualitativo).


  • Cuarta ley de la dialéctica: la unidad y lucha de contrarios
Para Lenin, “la dialéctica, en sentido estricto, es el estudio de la contradicción en la esencia misma de los objetos[23]”. “El desdoblamiento de un todo y el conocimiento de sus partes contradictorias(...) es la esencia (…) de la dialéctica”[24]. “En una palabra, la dialéctica puede ser definida como la doctrina acerca de la unidad de los contrarios. Esto aprehende el núcleo de la dialéctica pero exige explicaciones y desarrollo”[25].

La dialéctica materialista considera que el motivo último del desarrollo de las cosas es interno, y no externo. Lo contrario sería considerar que hay que buscar un impulso externo, una causa ajena a la materia para explicar su existencia.

“La dialéctica materialista considera que las causas externas constituyen la condición del cambio, y las causas internas, su base, y que aquellas actúan a través de estas. A una temperatura adecuada, un huevo se transforma en pollo, pero ninguna temperatura puede transformar una piedra en pollo, porque sus bases son diferentes”[26].

No hay nada en el Cosmos que no contenga en su interior la contradicción. La contradicción es, por tanto, una ley universal. Un buen ejemplo de ello podría ser el principio de superposición de la mecánica cuántica, magistralmente explicado la paradoja propuesta por el premio nobel Erwin Schrödinger en 1935 (el celebérrimo gato de Schrödinger). Para la lógica formal, uno puede estar vivo o muerto pero no puede estar en una superposición de ambos estados, o sea, vivo y muerto al mismo tiempo. Sin embargo, el principio de superposición, uno de los principios fundamentales de la Mecánica Cuántica, establece que si un sistema cuántico puede estar en un estado A (por ejemplo vivo) o en un estado B (muerto) y puede también estar en una superposición de ambos. Pura dialéctica. A otro nivel, y en otro orden de cosas, G.Politzer explicaba que; “Creemos que la vida, la de los seres vivos, sólo es posible porque hay una lucha perpetua entre las células y porque continuamente unas mueren para ser reemplazadas por otras. Así, la vida contiene en ella la muerte. Creemos que la muerte no es tan total y separada de la vida como lo cree la metafísica, porque en un cadáver no ha desaparecido completamente toda vida, puesto que ciertas células continúan viviendo por algún tiempo y de ese mismo cadáver nacerán otras vidas”[27].

Lenin enumera, a este respecto, muchos más ejemplos:

“En matemáticas: + y -. Diferencial e integral.
En mecánica: acción y reacción.
En física: electricidad positiva y negativa.
En química: combinación y disociación de átomos.
En ciencias sociales: lucha de clases”
[28].

Asumir esto es de una importancia fundamental para todo militante comunista. Es por ello que te animamos a que reflexiones sobre ello porque, en propiedad, esta es la quintaesencia del marxismo-leninismo.

En palabras de Mao:

“Toda diferencia entre los conceptos de los hombres debe ser considerada como reflejo de las contradicciones objetivas. El reflejo de las contradicciones objetivas en el pensamiento subjetivo forma el movimiento contradictorio de los conceptos, impulsa el desarrollo del pensamiento y va resolviendo sin cesar los problemas planteados al pensamiento humano".
La oposición y la lucha entre ideas diferentes tienen lugar constantemente dentro del Partido. Éste es el reflejo en su seno de las contradicciones entre las clases y entre lo nuevo y lo viejo en la sociedad. Si en el Partido no hubiera contradicciones ni luchas ideológicas para resolverlas, la vida del Partido tocaría a su fin”[29].

El fin de un proceso viejo por otro nuevo, de algo antiguo por algo nuevo, no es más que la sustitución de una vieja unidad de contrarios por otra nueva en la que existe una nueva contradicción en su seno.

La aplicación del método dialéctico materialista ante cualquier asunto significa partir, a la hora de analizarlo, del hecho de que éste encierra en su seno una contradicción. Pero este análisis no puede ser abstracto. Es necesario que analicemos la forma en concreto en que se da esa contradicción, que estudiemos esa contradicción en particular.

A este respecto, Mao advierte que:

“Contradicciones cualitativamente diferentes sólo pueden resolverse por métodos cualitativamente diferentes. Por ejemplo: la contradicción entre el proletariado y la burguesía se resuelve por el método de la revolución socialista; la contradicción entre las grandes masas populares y el sistema feudal, por el método de la revolución democrática; la contradicción entre las colonias y el imperialismo, por el método de la guerra revolucionaria nacional; la contradicción entre la clase obrera y el campesinado en la sociedad socialista, por el método de la colectivización y la mecanización de la agricultura; las contradicciones en el seno del Partido Comunista, por el método de la crítica y la autocrítica; la contradicción entre la sociedad y la naturaleza, por el método del desarrollo de las fuerzas productivas. Los procesos cambian, desaparecen viejos procesos y contradicciones y surgen nuevos procesos y contradicciones, y, en consecuencia, varían los métodos para resolver las contradicciones. En Rusia fueron radicalmente diferentes tanto la contradicción resuelta por la Revolución de Febrero y la resuelta por la Revolución de Octubre, como los métodos empleados para resolverlas. Resolver contradicciones diferentes por métodos diferentes es un principio que los marxista-leninistas deben observar rigurosamente. Los dogmáticos no observan este principio, no comprenden las diferencias entre las condiciones de los distintos tipos de revolución y, por eso, tampoco comprenden la necesidad de usar métodos diferentes para resolver contradicciones diferentes; antes al contrario, siguen invariablemente una fórmula que suponen inalterable y la aplican mecánicamente y en todas partes, lo cual sólo puede causar reveses a la revolución o llevar a hacer muy mal lo que podría hacerse bien”[30].

Como ves, cada asunto en la vida, cada contradicción, debe ser tratada de forma distinta en función de su realidad concreta y teniendo en cuenta sus condicionantes concretos. Lenin insistía una y otra vez a este respecto diciendo que el análisis concreto de la realidad concreta es el alma viva del marxismo.

Ahora bien, aunque en cualquier proceso existen muchas contradicciones una de ellas es, por fuerza, la principal porque su desarrollo determina el desarrollo de las demás contradicciones (por ejemplo, en la lucha de clases que se da la sociedad capitalista la contradicción entre el proletariado y la burguesía es la principal, aunque no sea la única, ya que existen contradicciones entre la pequeña y la gran burguesía, entre la burguesía monopolista y la no monopolista, etc...).

Es fácil comprender que los dos aspectos de una contradicción se excluyen, luchan y se oponen entre sí pero, al mismo tiempo, forman una unidad, una identidad. Esto te puede parecer un absurdo y, sin embargo, no es así si lo piensas bien. Al fin y al cabo, ninguno de los dos aspectos de la contradicción pueden existir independientemente el uno del otro, y ambos coexisten en un todo único. Ambos contrarios se imbrican, se interconectan e impregnan cada uno del otro ya que dependen el uno del otro.

Así, es inconcebible la vida sin la muerte, por ejemplo.

Pero, además de ello, dentro de toda contradicción el desarrollo de los contrarios es desigual porque, siempre, el equilibrio entre ambos es temporal, relativo. De ambos aspectos uno es, necesariamente, el principal y otro el secundario. Ahora bien, esto tampoco es estático sino que, en determinadas circunstancias, el aspecto principal y secundario cambian de posición y, de esa manera, cambia la naturaleza de la cosa. Un ejemplo: en esencia, la revolución consiste en que el proletariado pase de ser la clase dominada a ser la clase dominante, intercambiando su posición con la burguesía.

Respecto al intercambio de posición entre el proletariado y la burguesía, Mao decía que “Consolidar la dictadura del proletariado, o del pueblo, significa, justamente, preparar las condiciones para abolir dicha dictadura y pasar a una etapa más elevada, en la cual no habrá ningún tipo de sistema estatal. Fundar y desarrollar el Partido Comunista significa, precisamente, preparar las condiciones para la desaparición del Partido Comunista y de todos los partidos políticos. Crear un ejército revolucionario bajo la dirección del Partido Comunista y llevar adelante la guerra revolucionaria significa, justamente, preparar las condiciones para acabar para siempre con las guerras. En cada una de estas parejas, los contrarios se sostienen mutuamente”[31].

Lenin decía que “La unidad (coincidencia, identidad, equivalencia) de los contrarios es condicional, temporal, transitoria, relativa. La lucha de los contrarios, mutuamente excluyentes, es absoluta, como es absoluto el desarrollo, el movimiento”[32].

Continuamente los procesos pasan de la fase de unidad a la de lucha y viceversa. Ahora bien, no creas que, por ser dominante la unidad en un momento dado, es imposible la lucha entre ambos aspectos sino que, antes al contrario, el desarrollo de la contradicción necesita de la lucha a través de la profundización de dicha contradicción.

Es importante que te quede claro que existen contradicciones antagónicas y no antagónicas. Antagonismo es una contradicción en los que su solución se produce bajo la forma de un conflicto abierto, necesario para dar lugar al nacimiento de un nuevo proceso.

Evidentemente, las formas de afrontar una contradicción antagónica y una no antagónica no son las mismas y, si no sabemos gestionar adecuadamente una contradicción no antagónica, esta puede transformarse en antagónica. Un buen ejemplo de ello pueden ser las discrepancias que surgen continuamente en el seno de las organizaciones obreras y populares: en principio, y si estas se dan de buena fe, no deberían resolverse con los mismo medios que las que se den con el enemigo burgués dado que se supone que todos compartimos el mismo objetivo y en lo que diferimos es en el camino para llegar a un mismo destino. Por tanto, lo que toca es discutir cual es el trayecto más corto y menos costoso en cada momento ya que todos queremos ir al mismo sitio. Si tratáramos esas contradicciones, que no son antagónicas, como si lo fueran, terminaríamos destruyendo todo el Movimiento. Pero, por otro lado, hay veces que una de las partes no comparte el objetivo histórico del proletariado revolucionario, sino que buscan otros objetivos, bastante más inconfesables y, generalmente, de carácter personal. Gente que busca “un lugar bajo el sol”, un puestecito, unas veces por interés crematístico y otras por simples cuestiones de ego, y pueden terminar conduciendo a la liquidación del conjunto del movimiento popular con tal de conseguir su poltrona, intoxicando, mintiendo y montando campañas de desprestigio y de liquidación de las organizaciones populares. Este tipo de gente deshonesta, que le dice una cosa a unos compañeros y otra completamente distinta a otros; que tiene un “relato” en público (ahora que está tan de moda esa desafortunada e imprecisa expresión) y otro completamente opuesto en privado, genera confusión, desconfianza y desorganización entre las filas revolucionarias. Ante ese tipo de tumores políticos, que son tan peligrosos como las bombas, dado que hacen daño en cualquier sitio donde caen, es evidente que la contradicción sí que es de carácter antagónico y no se puede utilizar con ella los mismos métodos que se utilizarían en un sano debate entre compañeros.

Pero, parafraseando a Michael Ende, esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.


Para saber más:

-Principios elementales y fundamentales de filosofía, de G.Politzer
-Materialismo y empiriocriticismo, de V.I.Lenin
-La dialéctica, de Paul Fouque
-Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, de F.Engels
-Introducción a la Dialéctica de la Naturaleza, de F.Engels
-Anti-Dühring, de F.Engels
-Materialismo dialéctico e histórico, de J.V.Stalin
-Sobre la contradicción, de Mao Tse-tung
-Sobre la práctica, de Mao Tse-tung
-Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, de Mao Tse-tung
-De donde provienen las ideas correctas, de Mao Tse-tung
-Lógica formal, lógica dialéctica, de Henri Lefebvre
-Fundamentos de filosofía, de V.Afanásiev
-Los fundamentos de la filosofía marxista, de F.V.Konstantinov
-Compendio de historia de la filosofía, de M.T.Iovchuk, T.I.Oizerman y I.Ia.Shchipanov




Notas:

[1]K.Marx. Contribución a la Crítica de la filosofía hegeliana del derecho.
[2]V.I.Lenin. Materialismo y empiriocriticismo.
[3]V.I.Lenin. El Estado y la revolución.
[4]F.Engels. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
[5]K.Marx. La sagrada familia.
[6]V.I.Lenin. Materialismo y empiriocriticismo.
[7]J.V.Stalin. Materialismo dialéctico e histórico.
[8]K.Marx. Tesis sobre Feuerbach.
[9]J.V.Stalin. Materialismo dialéctico e histórico.
[10]V.I.Lenin. Las tres partes y tres fuentes integrantes del marxismo.
[11]J.V.Stalin. Materialismo dialéctico e histórico.
[12]F. Engels. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
[13]J.V.Stalin. Materialismo dialéctico e histórico.
[14]Mao Tse-tung. Sobre la contradicción.
[15]F.Engels. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
[16]V.I.Lenin. Carlos Marx.
[17]V.I.Lenin. Carlos Marx.
[18]V.I.Lenin. Carlos Marx.
[19]F.Engels. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
[20]G.Politzer. Principios elementales de filosofía.
[21]F.Engels. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
[22]V.I.Lenin. El comunismo.
[23]V.I.Lenin. Resumen del libro de Hegel “Lecciones de historia de la filosofía”
[24]V.I.Lenin. En torno a la cuestión de la dialéctica.
[25]V.I.Lenin. Resumen del libro de Hegel “Ciencia de la lógica”
[26]Mao Tse-tung. Sobre la contradicción.
[27]G.Politzer. Principios elementales y fundamentales de filosofía.
[28]V.I.Lenin. En torno a la cuestión de la dialéctica.
[29]Mao Tse-tung. Sobre la contradicción.
[30]Mao Tse-tung. Sobre la contradicción.
[31]Mao Tse-tung. Sobre la contradicción.
[32]V.I.Lenin. Resumen del libro de Hegel “Lecciones de historia de la filosofía”

Autor: Alberto Gómez González

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