La conquista de Málaga a debate

I. Introducción.

Vamos a tratar de reflexionar críticamente sobre los actos festivos que el ayuntamiento de Málaga lleva realizando desde el verano del 2012 para conmemorar la conquista de nuestra ciudad por los Reyes Católicos, y su incorporación a la Corona de Castilla el dia 19 de agosto de 1487.

¿Por qué debemos de realizar esta reflexión? ¿Qué importancia tiene que se celebre o no se celebre esta cabalgata? ¿No tiene la población malagueña problemas más acuciantes que unos actos festivos que conmemoren unos acontecimientos que sucedieron hace ya 532 años?

Estas preguntas son pertinentes, y en un primer acercamiento a la cuestión son de una gran lógica. Sin embargo, cuando profundizamos, vemos que el tema es más complejo de lo que pueda parecer a simple vista. Escribió George Orwell en su novela distópica 1984 que “quien controla el pasado controla el futuro”1, con esta aseveración, el escritor británico nos daba a entender que aquellos sectores sociales que impusiesen su versión de los hechos históricos imponían a su vez una línea de evolución futura, porque como muy bien indica el profesor Fontana, para comprender el momento presente y sus problemáticas es necesario conocer el pasado que la ha originado, y de ahí se desprenden unas soluciones que van a determinar la evolución social en los años venideros2.

Por tanto, recordar unos determinados hechos históricos, no es un acto inocente y sin una determinada intención. Celebrar la conquista de Málaga, se quiera o no se quiera, se sea consciente o inconsciente (de entrada vamos a creer en la buena fe de las personas), conlleva poner en alza unos determinados valores sociocultales con implicaciones políticas.

Esta utilización de la historia no es ni mucho menos nueva. Ya en las sociedades neolíticas podemos comprobar cómo se inventan genealogías que justifiquen la propiedad de una explotación agraria3. Posteriormente, las crónicas de los primeros reyes y faraones egipcios y mesopotámicos, presentándose dentro de una pretendida objetividad, buscaban cantar las glorias del soberano y del poder establecido. Esta misma selección del pasado histórico la podemos encontrar en los grandes historiadores del periodo grecoromano. Selección que no se quedó sólo en los textos de historiadores y cronistas, si no que de alguna u otra manera se va a representar en el urbanismo y en el arte. De esta forma, podemos comprobar como en el Foro Augusto de Roma, construido por este emperador, se colocaron de forma sucesiva estatuas de sus antepasados, desde el mítico Eneas, pasando por el desconocido padre de Julio César, por César y acabando con él4. De esta manera se conseguía plasmar en la mente de la población romana que pasase continuamente por allí que el poder del emperador Augusto se legitimaba por una evolución natural que se había producido a lo largo de la historia5.

Ese empleo de la historia, y ese intento de impregnar a la sociedad de una determinada visión del pasado con unos concretos fines sociales, políticos, ideológicos, etc, va a llegar hasta nuestros días. Así es como se justifica que se celebren unos determinados acontecimientos y no otros, que se conserven unos determinados edificios y otros se destruyan, la selección de unos determinados contenidos a exponer en un museo o la dedicación de estatuas y placas conmemorativas.

Esta impregnación de la sociedad con los ideales que justifiquen a la clase dominante y a los grupos de poder es lo que Antonio Gramsci denominó como hegemonía. Desde este punto de vista, ¿qué valores impone, o puede imponer, la celebración de la conquista de Málaga? ¿Qué tipo de hegemonía cultural y antropológica intenta inducirnos? Para poder responder mejor a esta pregunta se hace necesario una aproximación al hecho histórico en sí.

II. Guerra de Granada y conquista de Málaga.

La conquista de Málaga por los Reyes Católicos en 1487 se enmarca dentro de la Guerra de Granada (1482-1492), momento en que el expansionismo castellano pone fin a la presencia islámica a nivel político en la Península Ibérica. Durante dos siglos habían coexistido dos mundos distintos en la actual Andalucía. Por una parte el cristiano, fruto de la conquista del siglo XIII del al Andalus bético; y por otro el musulmán, encarnado en el último refugio andalusí de la península, el reino nazarí de Granada.

Durante el siglo XIV y buena parte del XV Castilla no había mostrado aspiraciones a anexionar al reino granadino. Una mayor debilidad demográfica y económica de la Andalucía cristiana lo había desaconsejado, a lo que se unía los periódicos tributos que el sultanato granadino le pagaba. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XV el panorama empieza a cambiar, debido a:
  1. Resurgimiento de la mentalidad de reconquista tras la toma por los turcos de Constantinopla (1453). –
  2. Fortalecimiento económico y demográfico de la Andalucía cristiana. 
  3. Inestabilidad interna del reino nazarí, sacudido por constantes intrigas palaciegas.
  4. Necesidad por parte de los Reyes Católicos de aglutinar al conjunto de la sociedad castellana bajo su figura tras la guerra civil de 1476 a 1479.
  5. Ansia de botín por parte de la nobleza
  6. Intereses de los reyes de desviar la atención de la nobleza hacia una guerra exterior, mientras les recortaban sus poderes y privilegios en materia política. 
  7. Deseos de acabar con una cabeza de puente por parte de posibles invasiones norteafricanas o turcas.
El inicio de la guerra no tendrá en un primer momento nada de anormal, pues comenzó como uno de los muchos conflictos y golpes de mano fronterizos que venían sucediéndose a lo largo de la frontera desde el siglo XIII, y que también reflejan los romances y las leyendas populares. Sin embargo, pronto los monarcas toman la iniciativa en el conflicto.

El momento en que puede afirmarse que se pasa del tradicional duelo de frontera será con la toma de Alhama por parte de la casa nobiliaria de los Ponce de León (a inicios de 1482). Desde este enclave, las tropas castellanoaragonesas podían lanzar ataques devastadores hacia la vega granadina o hacia comarcas de la actual provincia de Málaga, mostrándose como un enclave desde el punto de vista estratégico altamente relevante.

La incapacidad del rey Abu-l-Hasan Ali y de su hermano Muhammad  az-Zaghall, -el Muley Hacén y el Zagal de las crónicas castellanas-, por recuperar esta posición, hizo que el clan de los abencerrajes en una intriga palaciega nombrasen al hijo del primero, Boabdil, sultán. Aquí, entra en juego un nuevo factor del conflicto, pues no sólo va a enfrentar a dos estados, si no que va a ser una guerra civil granadina instigada por la maquiavélica diplomacia de Fernando el Católico. Diplomacia que conseguirá aliarse con un bando contra el otro.

Esta atípica alianza se forjó en 1483, cuando el Zagal inflinja una estrepitosa derrota a los nobles castellanos que habían marchado contra la Ajarquía, a la altura de Moclinejo. Boabdil, para contrarrestar la popularidad que había cosechado su tío, se lanzará a una expedición contra territorio cristiano. Sin embargo, no logró el éxito tan ansiadamente esperado, siendo derrotado y tomado como prisionero en la batalla de Lucena (1483). Fernando el Católico lo dejó en libertad, pero le obligó a firmar un acuerdo por el que se convirtía en vasallo suyo, por este tratado, Boabdil se quedaba con la capital granadina, pero no hostilizaría a las tropas castellanoaragonesas. Para tener una garantía que cumpliría su acuerdo, Boabdil tuvo que entregar a sus hijos como prisioneros de la corte castellana.

A partir de ese momento, Fernando el Católico centrará su esfuerzo militar principalmente contra los territorios que controlaba el Zagal, el occidente del reino, correspondiente mayoritariamente a la provincia de Málaga, y una vez conquistada esa zona, su atención irá a por el norte de las actuales provincias de Granada y Almería.

Comentar, antes de proseguir con el desarrollo de la guerra de Granada hasta la caída de Málaga, que Boabdil intentará romper ese tratado con el rey Fernando. Sin embargo volverá a caer prisionero y tendrá que firmar otro aún mas aciago y negativo para el reino granadino, pues se comprometía que una vez cayesen los territorios controlados por el Zagal, entregaría Granada sin lucha a cambio de un señorío en la parte oriental del estado granadino.

La conquista de la parte occidental, mayoritariamente fiel al viejo emir, y a su sucesor y hermano el Zagal, se desarrolló entre 1484 y 1487. Y desde un primer momento, vamos a ver como la principal prioridad será ir aislando a la ciudad de Málaga del conjunto del reino granadino. Cómo poco a poco se irá ocupando las poblaciones que la rodean y dejándola a ella para lo último. Debemos de tener en cuenta que Málaga era una ciudad muy importante para los nazaríes. Era su principal puerto, y por tanto el sitio donde le podrían venir refuerzos de tropas norteafricanas y ayuda exterior. Además era un importantísimo enclave comercial y artesano, con una población de unos 15.000 habitantes. Era más que evidente que si Málaga caía más temprano o más tarde caería todo el sultanato granadino.

De esta manera, se inicia la tarea de ir conquistando el conjunto de ciudades, villas, aldeas y territorios que le servían de protección.  Así pues, en el verano de 1484 se sitiaría la localidad de Álora, que se rendiría tras una semana de intensos bombardeos, en el mes de junio. La artillería se demostrará un arma altamente eficaz en esta guerra, pues va a ser principalmente un conflicto de sitios y cercos a ciudades más que de batallas a campo abierto.  En el mes de julio del mismo año, se destina a pasto del fuego y de las llamas el pueblo de Alozaina. Viene bien que nos fijemos en el destino de estos lugares, Álora y Alozaina, porque una pretendida historiografía presenta al ejército conquistador con un aureola de pacífico. Estos hechos de por sí lo desmienten, que Fernando el Católico intentase rendir a las poblaciones a través de prebendas y sobornos a sus élites antes que con la lucha no significa que sus tropas actuasen de forma pacífica, ni que los guerreros y soldados cristianos actuasen como hermanitas de la caridad.

Tras conquistar estos emplazamientos será Setenil el que caiga en manos cristianas, ya en el mes de septiembre del mismo año. Se permitirá marchar a Ronda y Málaga a los refugiados y huidos de estas poblaciones. No por magnanimidad o espiritu humanitario. Si no para desmoralizar a los defensores de estas plazas y crearles dificultades de hospedaje, espacio y avituallamiento.

Ya al año siguiente (1485), una vez pasada la época de lluvias torrenciales y el invierno, las tropas castellanoaragonesas inician una nueva campaña por tierras de la provincia malacitana. Caerán Benamaquís, Coín, Cártama, Marbella y el castillo de Sohail. Destacó el alcaide de Ronda Amat alTagrí, el Zegrí de las crónicas castellanas y que tan importante protagonismo tuvo en la defensa de
Málaga. Podrá romper momentáneamente el cerco a Coín, y marchó en defensa de Málaga para evitar un ataque castellanoaragonés contra ella, consciente de su importancia estratégica. Este ataque fue un engaño de Fernando de Aragón para que dejase desprotegida Ronda, y el poder negociar su entrega con las élites y grupos oligárquicos locales, a cambio de favores y prebendas.

De este modo, se había roto el círculo que protegía a Málaga por el oeste y noroeste. Al año siguiente (1486) se rompe el anillo de emplazamientos que la protegían desde el norte, al ser conquistada Loja. Todo esto hacía que en nuestra ciudad fuesen ganando posiciones los partidarios de la rendición, máxime cuando llegaban refugiados de los distintos puntos y lugares conquistados.

Ya en el fatídico 1487, partió desde Córdoba un potentísimo ejército al mando del rey Fernando, compuesto por 20.000 jinetes, 50.000 peones y 8.000 soldados. Se uniría a él desde Écija un importante contingente artillero mandado por Francisco Ramírez de Madrid. Su objetivo era tomar Vélez-Málaga, y después marchar contra la capital.

Málaga estaba bajo el señorío de Boabdil, que como hemos visto, no era beligerante contra los invasores debido a los acuerdos a los que se había visto obligado a pactar. Su gobernador era Aben Comixa, éste intenta entablar negociaciones con Fernando de Aragón para acordar la rendición. Sin embargo, mientras marcha hacia Vélez, los partidarios de resistir dan un golpe que les hace tomar el poder en la ciudad, que pasa a estar dirigida por el Zegrí, que rechaza la soberanía de Boabdil sobre la plaza y se la adjudica a el Zagal. Cuando los invasores tienen noticia de esto, rápidamente marchan hacia Málaga, e intentan negociar con el nuevo gobernador. Este se niega, afirmando que su obligación era defender la ciudad y no entregarla. El Zegrí contaba con 15.000 guerreros del norte de África, aparte de un desconocido número de guerreros naturales del estado nazarí. Su estrategia consistirá en resistir en una ciudad con unas importantes instalaciones militares y defensivas, esperando poder aguantar hasta el otoño, momento en que las lluvias torrenciales que asolan nuestra tierra obligasen a levantar el cerco, pues los cauces crecidos pondrían en peligro las comunicaciones y los transportes por tierra, y la flota que bloquease el puerto de Málaga no podría mantenerse con este tipo de temporal. Su fallo estuvo en que no pudo almacenar los suficientes alimentos para poder mantenerse hasta la estación otoñal.

El día 7 de mayo de 1487, llegan las tropas castellanas y aragonesas a la ciudad, provenientes desde su flanco este, a través de la costa, escoltadas por una ingente flota. Desde ese primer día se suceden unos fuertes combates para evitar el despliegue de las tropas alrededor de la ciudad. La lucha es tremendamente encarnizada con numerosísimas bajas por ambas partes. Al final los andalusíes deben encerrarse en sus muros.

En los meses siguientes, la guerra se sucederá con enorme dureza y crueldad. Tanto es el nivel de resistencia, que Fernando el Católico hará venir a la reina Isabel para levantar la moral de las tropas, bajo la valerosa y enconada resistencia de los malagueños. Puede que el intento de asesinato contra los monarcas cometido por un morabito musulmán sea el mejor indicador del fuerte nivel de enfrentamiento y de la obstinación por no rendir la plaza.

Los bombardeos continuarán, y se cortará el suministro de alimentos y agua a toda la población. Poco a poco, a medida que aumentan las penurias por la sed y el hambre, los musulmanes malagueños comprobarán la imposibilidad de la llegada de refuerzos. A finales de julio, y comienzos de agosto cada vez son más los partidarios de la rendición. El Zegrí, comprobando que no cuenta con el apoyo de la habitantes de Málaga, se atrinchera con los guerreros norteafricanos en el castillo de Gibralfaro. Se elige al comerciante Ali Dordoux para inicar las negociaciones de rendición.

Esta llegará el día 13 agosto, pero las tropas no entrarán en Málaga hasta el día 18, y los Reyes
Católicos hasta el 19. El motivo de esta tardanza en entrar está en el mismo motivo por el que los malagueños deciden rendirse. Málaga es una ciudad con multitud de casas convertidas en escombros por efectos de la artillería, con multitud de cadáveres y restos humanos esparcidos por doquier, con un fuerte hedor a muerte por la descomposición de los difuntos, y con multitud de trazos de sangre.

Lo primero que harán los conquistadores será marchar en procesión con las principales personalidades que han participado en el sitio, con los principales cargos eclesiásticos del país. Como oscuro presagio de lo que va a sucederle a la población malagueña se encadena a El Zegrí, y se le manda como esclavo a Carmona.

Pese a los intentos de Ali Dordoux por conseguir un trato benévolo hacia sus conciudadanos, el destino que les había deparado Fernando el Católico fue de una extrema crueldad hacia la población civil de Málaga, independientemente de si eran mujeres, ninos, ancianos, impedidos, etc. A los 11.000 supervivientes del cerco se les encierra, y se les pide que paguen en bloque un rescate. De no ser capaces de hacerlo serían bendidos como esclavos. El rey aragonés ha perdido mucho dinero con el cerco a Málaga, y quiere resarcirse de alguna determinada manera. Además, quiere mandar un mensaje claro al resto de ciudades nazaríes, “si hay la más mínima resistencia este es vuestro fin”.

Los soldados irán casa por casa llevándose presos a los malagueños, y empaquetando sus pertenencias para subastarlas y poder pagar el elevado rescate que pide el rey, 330.000 doblas de la época según Bernáldez, 396.000 ducados según Alonso de Palencia. En esta subasta no entran sus bienes raíces.

El rescate no se pudo pagar, y se enviarán esclavos malagueños a las principales personalidades del país. El resto, se dividieron en tres tercios, uno fue canjeado por presos cristianos que se encontraban en África, otro tercio se los repartieron los caballeros que habían participado en la conquista de Málaga, y la última porción fue vendida directamente.

Los bienes raíces (casas, propiedades de tierra y rústicas) de la población malagueña fueron repartidos entre los conquistadores y repobladores que vinieron en los años siguientes.

III.La conquista de Málaga y la sociedad actual.

Tras conocer el comportamiento de Fernando el Católico con los malagueños de época nazarí, y sin caer en anacronismos de valorar los actos de guerra del siglo XV con la mentalidad del XXI … ¿Es legítimo celebrar con una cabalgata y haciendo coincidir las feria de Málaga con unos hechos de tan grandísima crueldad y que serían considerados  hoy día como un execrable y odioso crimen de guerra?

Cuando hacemos esto, sin darnos cuenta, ¿no estamos justificando las matanzas y los sufrimientos de la población civil en las guerras actuales? ¿Qué sentido tiene condenar por un lado las consecuencias de las guerras actuales si luego por otro celebramos actos que tuvieron las mismas consecuencias en el pasado? ¿Qué educación le estamos dando a nuestros jóvenes y a las generaciones venideras? ...

Se quiera o no se quiera, -y creo que los responsables son inconscientes-, hacer esto es educar a la sociedad en la legitimación de la guerra y en ver como normal los actos de crueldad contra la población civil. Una sociedad que apueste por la paz y la concordia entre los pueblos nunca celebraría hechos militares, y mucho menos si estos suponen la deportación en masa de una ciudad,
ni gestos de tantísima crueldad contra población civil. Apostaría por celebrar y conmemorar hechos que supusiesen avances de tipo social, cultural, de cooperación y feliz convivencia entre distintos pueblos o grupos étnicos, adquisición de derechos, etc.

No es esta la última implicación que pueda tener esta conmemoración. Su celebración implica reforzar ante la gran mayoría de la población el mito de la “reconquista”. Este mito fue la excusa con la que los reyes de los estados cristianos del norte justificaron la conquista de al-Andalus durante los siglos medievales. Según ellos, estaban recuperando territorios que habían pertenecido al reino visigodo, de los cuales ellos se presentaban como herederos, territorios ocupados por unos prentendidos invasores “extranjeros” islámicos. A estas alturas, ningún historiador minimamente serio acepta esta interpretación del medievo peninsular. Los reyes cristianos del norte no podían presentarse como herederos de los visigodos porque pertenecían a poblaciones que siempre habían sido levantiscas a su poder y dominio. Igualmente, los musulmanes andalusíes no podían considerarse extranjeros porque en su inmensa mayoría eran descendientes de la población existente antes de la llegada islámica en el 711.

Sin embargo, esta visión, considerándose falsa, sigue muy presente en el conjunto de nuestra sociedad. Tiene un gran peligro, que considera al islám como un elemento hostil hacia lo “español”. Celebrar la conquista de Málaga implica reforzar esa concepción ante la sociedad. Y, ¿no puede impregnar a la población de un sentimiento hostil hacia lo musulmán? ¿No puede generar sentimientos islamófobos en determinados sectores de la ciudad, máxime en momentos de crisis económica y social?

Hasta aquí hemos visto ya dos razones que la conmemoración de la conquista de Málaga puede suponer. Pensamos que los responsables del ayuntamiento no han caído en ellas. A esta debemos de unir una tercera, que posiblemente también se deba a un descuido y desconocimiento de lo que puede suponer una interpretación de la historia equivocada. Para comprender esta tercera razón debemos de entender que con el reinado de Isabel y Fernando se suprime la tolerancia religiosa que había primado durante la Edad Media. Se entiendía que un súbdito no podía tener una religión distinta a la de su soberano, pues podría ser una incitación a la rebelión contra él. La conquista de Málaga supone la llegada a nuestra ciudad de esa concepción social, que de hecho iría no sólo contra los musulmanes malagueños, si no que también se plasmó contra la comunidad judía malagueña que había existido en nuestra ciudad a lo largo de los siglos medievales, en la que destacaron figuras importante como Ibn Gabirol.

¿Vamos a celebrar un acto que en nuestra mentalidad del siglo XXI supuso la persecucion de paisanos nuestros por su religión? ¿Es esto ético? Y aparte de eso, ¿qué enseñanza y labor didáctica podemos mandar a nuestra juventud? Al igual que puede incubar sentimientos antiislámicos, en momentos de crisis social y económica, ¿no puede acabar generando emociones y sentimientos contra las comunidades judías que puedan encontrarse en nuestro ámbito?

Hasta aquí hemos visto tres de nuestros argumentos por los que nos oponemos a la cabalgata conmemorativa de la conquista de Málaga. Pensamos que no son fines buscados conscientemente por los responsables municipales, si no fruto de una educación y un análisis superficial del empleo de la historia y de los hechos del pasado en nuestra sociedad. Ahora vamos a citar razones que sí parecen obedecer a unas causas más conscientes, no necesariamente por parte del equipo municipal, -suponemos que lo que estamos exponiendo aquí y lo que vamos a exponer les sobrepasa no habiendo caido en la cuenta de ello-, pero sí por parte de los engranajes del sistema capitalista, y sobre todo por su concreción en el caso español. En nuestro parecer, serían casos claros de hegemonía en el sentido que le dio Gramsci.

Esta cabalgata supone el ensalzamiento de las figuras históricas de los Reyes Católicos, Fernando
de Aragón e Isabel de Castilla. Estos monarcas fueron los creadores del estado autoritario en España, y logran unificarla en lo político. Por esta razón, han sido figuras históricas ensalzadas por el nacionalismo español reaccionario y de derechas. La visión de esta corriente ideológica es presentarnos a España como una unidad nacional, negando su rica variedad cultural y antropológica. Unidad nacional que le corresponde una identificación con la religión y moral católica y la constatación de un estado de corte centralista, contrario ya no al derecho de autodeterminación, si no siquiera a la más mínima autonomía regional o municipal.

Al realizar esta cabalgata, se estan potenciando de una forma lúdica y divertida una visión de España con muy poca consideración hacia su diversidad de culturas y partidaria del centralismo. Esto es especialmente grave, porque la supresión de toda autonomía ya sea regional o municipal supone una menor participación de la población en las decisiciones políticas que le afectan, y por tanto un descenso de la calidad democrática del país, algo que principalmente afectaría a las capas más populares. En el caso andaluz, es aún más nocivo, recordemos que el centralismo español que se impone en el siglo XIX y que se refuerza durante el franquismo, es el principal responsable del subdesarrollo y atraso crónico de nuestra nacionalidad.

Hasta ahora, hemos dado una serie de razones que pensamos que no son solo nuestras, ni tan siquiera las de un militante de la izquierda obrera tradicional, si no de cualquier persona con una sensibilidad humana y democrática. La que vamos a esgrimir ahora puede que pertenezca aún más a la izquierda andalucista. Desde nuestra postura, nos oponemos a esta cabalgata y a esta conmemoración porque supone una mistificación y un ocultamiento de la historia andaluza. Dificulta enormemente la comprensión del proceso de etnogénesis andaluz.

Por proceso de etnogénesis se entiende la evolución que una determinada comunidad humana a tenido a lo largo del tiempo para adquirir unos determinados rasgos culturales y relaciones antropológicas. Cuando nos acercamos a la aparición de los rasgos culturales andaluces nos encontramos principalmente con dos tendencias. Una más esencialista y otra que plantea que todo los rasgos andaluces vienen del exterior. La primera sería la postura propia de tendencias nacionalistas andaluzas y la otra de tendencias que nieguen la existencia de una cultura andaluza.

Ambas posturas no son, en nuestra opinión, ni totalmente verdaderas ni totalmente falsas. Dependiendo de las circunstancias habrá que decantarse por una u otra, o por la mezcla de las dos. Al “extranjerizar” a la población andalusí que había Málaga frente a las tropas cristianas, estamos extranjerizando al conjunto de los habitantes de al-Andalus a lo largo de toda su historia. Y como hemos visto más arriba esto no es correcto, sería una consecuencia práctica de la segunda tendencia de interpretación del proceso que dio origen a la cultura andaluza. Con ello se dificulta enormemente la comprensión de nuestra realidad antropológica, pudiéndose negar en aras de esas tendencias de centralización del estado. Pues se produciría un hiato cultural entre la Málaga musulmana y la posterior cristiana.

Desde este punto de vista, los malagueños, y el conjunto de andaluces nos debemos de negar a estas celebraciones. Como descendientes de los conquistadores no queremos recordar como ellos cometieron un acto tan ignominioso. Como descendientes de los conquistados, a la luz de determinadas investigaciones antropológicas e historiográficas más recientes, no queremos recordar el trato tan inhumano que recibieron.

IV. Conclusión y valoración

Por todas estas razones, nos oponemos a las celebraciones que se llevan dando en estos últimos años se han impulsado como punto y final de la Feria de Málaga. Ni que decir tiene que por estos
mismos motivos nos oponemos a cualquier otra celebración de similares características que se dan a lo largo y ancho de la geografía de Andalucía. Por todo ello, emplazamos al conjunto de la militancia de izquierdas y/o andalucista para realizar actos de difusión (asambleas, charlas, conferencias, exposiciones, manifiestos y artículos) que expliquen a la población andaluza la manipulación histórica que suponen, y las nefastas consecuencias,-queremos pensar que seguramente de forma involuntaria-, pueden tener en la concepción que los andaluces pueden hacerse de sí mismos, así como de otros pueblos. Esta tarea no la debemos de realizar nosotros sólos, si no que debemos de intentar contar con la complicidad de la intelectualidad progresista de izquierdas, así como de los distintas individualidades y agentes sociales que trabajen por la integración y la cohesión social.

Debemos dar a conocer ante nuestro pueblo la historia de Andalucía sin mistificaciones y tergiversaciones, apostando siempre por resaltar los valores de solidaridad, paz, tolerancia y cooperación. Este trabajo es una de las columnas vertebrales de toda organización de izquierdas.

Notas:
  1. George Orwell: 1984. Ediciones Destino. Barcelona, 1996 (1952) 
  2. Josep Fontana: Historia: análisis del pasado y proyecto social. Crítica. Barcelona, 1999 (1982) 
  3. Jan Vansina: Méthodologie et préhistoire africaine. UNESCO. París, 1980      Caroline Humprhey: The uses of genealogy: A historical study of the nomadic and sedentarised Buryat, en Pastoral production and society. Cambridge University Press. Cambrigde 1979. 
  4. Antonio García Bellido: Arte Romano. CSIC. Madrid, 1971 (reeditado en el 2004 sobre la 4ª edición, de 1990). 
  5. Josep Fontana op cit.
Autor: Mario Castro

Comentarios

  1. Ahora resulta que debemos aprender de la tolerancia religiosa del mundo islámico. A estos progres revisionistas les invito a darse una vuelta por esos países tan democráticos...Vaya tela!

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